Cuando termina el curso académico-laboral, es necesario que las sesiones se adapten a las circunstancias no solo de los pacientes, sino también del terapeuta. ¡Todo el mundo quiere disfrutar de su merecido descanso! Para aquellos pacientes que necesitan o conviene que tengan una sesión durante el período de vacaciones del psicólogo, se pueden ofrecer fórmulas alternativas como la videoconferencia para tener una sesión a distancia.
Lo que suele suceder conforme se acerca el verano es que muchas personas posponen su decisión de acudir al psicólogo. Como si la temporada estival tuviera poderes sanadores o como si todo el malestar se fuera a derretir bajo el sol en alguna playa remota, muchos prefieren dar una oportunidad al descanso. Otros simplemente piensan: ¿para qué empezar ahora una terapia, tener un par de sesiones y después volver, tres o cuatro semanas después, y empezar prácticamente de cero una vez se haya reseteado nuestro cerebro a base de caipiriñas?.
La realidad es que evidentemente depende mucho de qué problemas o trastornos inquieten al paciente el que esperar resulte una estrategia acertada; si, por ejemplo, tu principal fuente de estrés es el trabajo y crees que es lo que te está produciendo ansiedad y problemas de sueño, puede que unas semanas de relax sean suficientes para recargar las pilas y relativizar o reestructurar la situación. Si al reincorporarte al trabajo la sensación y los problemas no desaparecen, será buen momento para acudir a consultar a un especialista.
En cambio, en otros casos dejar pasar el tiempo no solo no es una decisión inútil, sino que puede ser contraproducente y agravar los problemas. Puede ser el caso de trastornos en los que la persona no identifica un foco claro (puede darse en un amplio abanico de trastornos: del estado del ánimo, de ansiedad, de conducta, disfunciones sexuales…) o trastornos en los que el foco no depende de la estacionalidad o el curso académico (como duelos, hipocondría o ansiedad por enfermar, trastornos de personalidad, crisis vitales, estrés o ansiedad no asociada al trabajo/estudios y un largo etcétera).
Pongo por caso, una pareja que atraviese serias dificultades por discusiones frecuentes o por algún incidente específico (como una infidelidad) y que decidan poner a prueba la relación durante las vacaciones aprovechando que pasarán mucho tiempo juntos. Aquellos problemas que se arrastran en el día a día de la rutina, cuando se pasa más tiempo juntos habitualmente no hacen más que exacerbarse y poner en mayor riesgo la relación. Aunque no dé tiempo a tener más que un par de sesiones antes del viaje, unas buenas pautas del psicólogo adaptadas a su caso pueden ser el punto de inflexión hacia la recuperación o al menos, impedir un mayor deterioro. Además, en caso de que el psicólogo viera que la pareja está en una situación crítica, siempre se puede cerrar una cita por videoconferencia para no dejar pasar mucho tiempo entre sesiones.
El verano es buen momento para ir al psicólogo
Sea cual sea el problema que te inquiete, el verano es buen momento para ir al psicólogo. Él mismo te podrá orientar sobre la idoneidad de empezar con premura una intervención o de esperar a tu regreso (y su regreso) de las vacaciones. De esta forma, tanto en un caso como en otro, podrás disfrutar de tu holganza vacacional con la tranquilidad de saber que estás en buenas manos y de que no dejas al factor suerte o intuición la conveniencia de cuándo comenzar tu terapia.