¿Tienes tus propósitos del 2018 a mano?
Apuesto contigo a que uno de ellos sonaría a algo así como “ponerme en forma”, “hacer más ejercicio físico” o, cómo no, “apuntarme al gimnasio”, ¿o me equivoco? Quien escribe estas líneas tampoco iba a ser menos.
Enero es, sin duda, el mes del año en el que más ansias tenemos de cumplir las decenas y decenas de propósitos que han ido rondando por nuestra cabeza hace no más que unas semanas. Enero es también el mes por excelencia en el que los gimnasios y centros deportivos se llenan de personas que, llenas de buenas intenciones, hacen lo posible por conseguir hacer los deberes de la operación bikini a tiempo. Pero, ¿alguna vez te has planteado el porqué de esta operación bikini? Hay muchos hombres que, sin haber usado nunca este atuendo, deciden sumarse al carro, ¿por qué será? Hoy hablaremos concretamente del hombre gay, el gran olvidado –y uno de los principales afectados- de esta filosofía fitness que, aunque no lo parezca, podría ser un “caramelo envenenado” que afecta al bienestar psicológico de este colectivo. ¡Como si no tuviésemos ya cosas que nos afectasen, eh!.
El género femenino, como bien sabemos, ha sido siempre el gran desafiado por parte del marketing y la estética, así como por los ideales de belleza de la época. Pero, no es infrecuente que a este colectivo se le esté uniendo últimamente otro gran afectado: el de los hombres gais. Seamos sinceros, no tenemos más que coger nuestro smartphone, abrir alguna aplicación de ligoteo que tengamos instalada y automáticamente leer mensajes del tipo: “Masc x masc”, “White 4 white”, “No latinos”, “Gymxgym” o “Sólo fibrados”. Que ahora digamos que, según un reciente estudio llevado a cabo por el Time wellspent, Grindr es una de las aplicaciones que más disconformidad y frustración produce en sus usuarios tras la utilización de la misma, no parece demasiado descabellado. Sobre las perversidades de este tipo de aplicaciones se han realizado más trabajos, pero esos los dejaremos para otro día, que hoy ya tenemos suficiente.
Hay muchos hombres homosexuales que, en un intento bienintencionado de conocer a algún congénere con el que pasar un buen rato o iniciar un vínculo, se sumergen en un mar virtual de prejuicios y estereotipos que son bastante difíciles de evadir. En ocasiones parece que, si no somos Paul Newman o Ryan Gosling, van a rechazarnos, ¿o no? Si no nos atrae la idea de hacer ejercicio físico y tenemos algunos kilitos de más, nos señalarán por ello, recalcando la idea de que no tenemos la silueta perfecta. Si tenemos más de cincuenta años, nos lanzarán comentarios del tipo “no busco un padre/abuelo”, invalidando completamente el hecho de que podamos conocer a alguien interesante porque este público tan selecto nos ve como “desgastados”. Si tenemos pluma, tendremos que luchar por que no se nos note, por ocultarla, porque, en caso contrario, nos atacarán seguro con comentarios del tipo “busco a alguien masculino”. Lo mismo si somos demasiado altos, si tenemos algún tipo de diversidad funcional, si tenemos un tipo de pelo u otro, si pertenecemos a alguna “tribu” gay u otra, etc. Y, ojo, cuando se unen varias de estas características, ni os cuento lo frustrados que podemos llegar a sentirnos, ya que la discriminación podría ser múltiple. Seguro que quien me lee ha vivido en sus propias carnes, o ha conocido a alguien, que, tras husmear un poco por estas redes de contactos, ha decidido borrar la aplicación de su móvil al son de “qué cansina es la gente”. Todo esto, a decir verdad, puede llegar a tener repercusiones negativas tanto para nuestra salud mental como física.
Os propongo hacer un experimento. No tienes más que googlear “hombre gay” e irte a la sección de imágenes. ¿Qué ves en ellas?, ¿qué opinión te merecen? Son imágenes que hablan por sí solas.
Es hora de decir no a los gais “de revista”, o al menos de reivindicar que no todos somos así. No todos somos blancos, medimos uno noventa, tenemos ganas y tiempo para invertir tres horas diarias en un gimnasio, tenemos un pelazo, etc. Es curioso como en la G del colectivo LGTB puede verse un importante resquicio de un sistema patriarcal que devalúa y denigra lo femenino, lo no normativo, la madurez y la apariencia física. Muchos de vosotros sabréis que el colectivo gay ha sido un sector oprimido por la sociedad desde hace mucho, pero en lo que muy poco hemos reflexionado es en el momento en que pasamos a convertirnos de oprimidos a opresores. Por tanto, ¿Qué tal si pasamos por alto ese repetitivo propósito de ponernos en forma para agradar a otros y nos proponemos ser un poco más felices con cómo somos ahora, además de trabajar un poco nuestra capacidad de aceptar al resto de miembros de nuestro colectivo?.
Y tú, ¿has sentido en algún momento rechazo o no aceptación dentro del colectivo gay por mostrarte tal y como eres? En Tú-yo Psicólogos nos encantaría escucharte.