Imagina que, día a día, sufres violencia, odio, rechazo, incomprensión, aislamiento, mal trato, maltrato, intimidación, abuso, violaciones, agresiones, humillaciones, mal generización, prejuicios, falta de aceptación, de reconocimiento, de seguridad… y un sinfín más de conductas discriminatorias y aún así, el resto de seres humanos se escandalizan porque se quiere hacer algo para facilitarte, mínimamente, tu día a día. Imagina que ese acto, una vez más, debido a la transfobia, se vuelve en tu contra y te convierte en la diana de todos los ataques y, ni siquiera, cuando hablan de tus derechos te tienen en cuenta o escuchan.
Imagina que tienes que integrar como parte de ti mismo una identidad estigmatizada, carente de modelos y llena de prejuicios, de rechazo y de dolor. Imagina crecer con la sensación de que tienes una “parte defectuosa” de cara a los demás y te debates constantemente entre ocultarla, compensarla o defenderla. Imagina que, por esa identidad, porque es tu identidad, ya que responde a la idea de quién y cómo eres, aquellos a los que quieres pueden rechazarte. Y aún así, hay algo que sabes y sientes que te dice que tienes que llegar a ese lugar, al de ser tú.
Imagina que todos dicen que la diversidad es un hecho de la condición humana, que al resto les reconocen su individualidad, su originalidad e irrepetibilidad y cuando te toca a ti, dicen que no es diversidad que es enfermedad.
Imagina que con 7 años cada vez que eliges un juguete, una prenda o una actividad que no se corresponde a tu sexo asignado hay una mirada sancionadora de desaprobación. Imagina que con 10 años eres acosado diariamente y lo único que escuchas es: lesbiana o maricón (cuando esa no es tu historia) y ni siquiera sabes qué significa; pero intuyes que es algo horrible. Imagina que con 12 años la única estrategia que tienes para no desarrollarte y no menstruar es dejar de comer hasta que te internan por un TCA. Imagina que con 16 años no puedes más con el acoso, no puede más con los cambios de tu cuerpo, no puedes más con el rechazo, no puedes más e intentas quitarte del medio. Imagina que con 18 años te planteas constantemente que para qué vas a estudiar aunque te encante si sabes que estás avocadx a un trabajo precario por ser una persona trans. Imagina que con 25 años dejas de salir de fiesta porque te da miedo ir a los baños públicos. Imagina que con 30 años te han violado y tu daño no es igual que el del resto, el tuyo es menor porque eres trans. Imagina que con 35 años no puedes volar o viajar a según que países porque en tu DNI no aparecen tus datos. Imagina que con 40 años has interiorizado todo ese odio y tu transfobia interiorizada te dice que los sucesos negativos de tu vida son por ser trans. Imagina que con 45 años no dejan de llamarte por un nombre que no es el tuyo. Imagina que se habla de ti, de tus derechos y que quien lo hace es incapaz de imaginar, pensar o empatizar con tus vivencias.
Sé que es difícil de imaginar y más si eres un hombre cis hetero, sé que no te harás una idea de lo que supone este camino, tus vivencias están a años luz, en ocasiones, tu punto de partida es su meta; pero señores no hace falta vivirlo para darse cuenta de que no es una elección o un capricho, uno no se levanta por la mañana y decide, sin más, hacer una transición. Y mucho menos, lo voy a hacer si no está en mí, por simple imitación o moda. Esto va de ser tú, el que quieres ser, con el que sabes que estarás conciliado y serás feliz. Esto va de dejar de hacer daño a aquellos que no son como nosotros y de dejar de decir cómo tienen o no que ser los demás. Así que desde aquí te pido, por favor, que durante al menos 30 segundos imagines que eres una persona trans.
Ana Adán
Psicóloga- Sexóloga
Co directora de Tu Yo Psicólogos LGTB