Cuando llega el temido momento para la mayoría de las personas LGTB de comunicar a nuestros padres nuestra condición, probablemente ya hemos pasado por una serie de fases en el proceso de autoaceptación. Por fin hemos aceptado quienes somos y nos hemos empoderado lo suficiente para poder hacer frente a ese momento. El problema es que los receptores de la noticia suelen estar menos preparados que los emisores.
Para nosotros, este momento es una de las fases finales en el proceso de vivir nuestra homosexualidad como algo natural, pero para nuestros padres, en la mayoría de los casos, sólo es el inicio de un proceso de aceptación y adaptación a una nueva realidad. Igual que lo fue para nosotros en algún momento, ahora ellos inician el “duelo de la pérdida de nuestra vida como heterosexuales” y los privilegios de la heteronormatividad.
Puede que algunas familias ya lleven un tiempo sospechando de nuestra orientación afectivo sexual o que tengan cierto conocimiento de todo lo que rodea al colectivo, pero para otros es una verdadera sorpresa con la que no saben cómo lidiar. Va a haber factores que afectan a cómo nuestros familiares reciben la noticia:
- El conocimiento o desconocimiento que se tenga sobre las dificultades que deben atravesar las personas LGTB al “salir del armario” públicamente
- Que se disponga o no de información actualizada sobre lo que opinan los profesionales de la salud, los psicólogos e incluso la ley
- Si la familia ya intuía (incluso desde la infancia) nuestra homosexualidad o transexualidad.
- Dependiendo de la personalidad individual y la relación de confianza y honestidad que haya entre los miembros de la familia
- Presión social homófoba, que exista en el entorno familiar, laboral y social de cada familia.
Una vez que se ha comunicado la “noticia”, como decíamos, nuestros padres empiezan su camino hacia la aceptación de esta realidad. A continuación detallamos algunas fases por las que pueden atravesar nuestros progenitores aunque cada caso es diferente y puede que solo se produzcan algunas o incluso ninguna.
No todos los padres pasan por todas las etapas, ni en el mismo orden, ni en el mismo tiempo.
En un PRIMER MOMENTO sufren un Shock.
Éste estado de conmoción puede durar varios días y puede ir acompañado de un sentimiento de irrealidad.
En esta fase es muy común que sientan culpabilidad, ya que el desconocimiento puede llevarles a pensar que han tenido algo que ver en nuestra homosexualidad/transexualidad y que es un fallo de ellos como padres.
El miedo es la emoción más común tras enterarse de que su hijo/a es transexual u homosexual puesto que (una vez más por desconocimiento) aparece este sentimiento asociado a lo diferente, lo desconocido, al que dirán, a que sus hijos/as no sean aceptados..etc.
Pueden pasar por una fase de negación de la realidad con el objetivo de que les sea más llevadero convenciéndose de que la condición que les hemos comunicado es una opción y que por tanto es reversible, que es una fase o que estamos confundidos. Si éste momento de negación va sumado a sentimientos de ira o rabia puede llevar a los padres a expresarse e unos términos que luego se arrepentirán
En un primer intento de “aceptación”, algunos padres hacen una racionalización fatalista de la realidad y expresan frases como “Mi hijo, mi hija, es así, qué se le va a hacer, él/ella, no lo ha elegido”, pero implican resignación y angustia, por lo que sigue sin ser una aceptación.
En una SEGUNDA ETAPA de transición hacia la aceptación, pueden pasar por afrontar la realidad pero siendo aún homófobos.
En éste momento pueden expresar que está bien ese amor pero que mejor se manifieste sólo en casa o tratar a la pareja como si fueran amigos/as..etc. Esto se da porque aún existe cierto desconocimiento de lo que en realidad supone pertenecer al colectivo LGTB y lo asocian a mitos como la promiscuidad, el vicio, las ITS.. por lo que persiste el miedo a la exposición pública por temor a ser juzgados.
La TERCERA ETAPA es la reestructuración familiar, el momento en el que se pasa de la aceptación ficticia y del conflicto a la asimilación real y apoyo incondicional.
Como hemos comentado antes, este proceso puede hacerse muy rápido o puede durar años. No solo afectan los factores nombrados anteriormente, si no también en parte de la gestión que hagamos nosotros como hijos. Tener una actitud tranquila y firme ayudará a que entiendan que no se trata de una fase y que no nos pueden hacer cambiar de opinión. Pero también entender que probablemente necesiten un poco de tiempo y ayuda para desmontar algunos mitos y derribar algunos miedos.